A lo jim Morrison
El cuarto de hotel donde Dave Gahan decidió morir
A la una de la madrugada del 28 de mayo de 1996, en una habitación del Sunset Marquis Hotel de Los Angeles, Dave Gahan alistó lo necesario para morir.
En plena descomposición de la que alguna vez fue su vida, el vocalista de Depeche Mode se encerró en el baño del lujoso cuarto (la imagen del lugar exacto acompaña este texto) con un traficante de drogas, a quien del modo menos atrabancado posible, le pidió no exceder la dosis de una heroína de la marca Red Rum.
“Recuerdo haberle dicho al dealer que no llenara la jeringa ni le agregara tanta ‘coca’. Sentí que algo estaba mal”, contó el músico.
Mientras se llevaba a cabo el ritual de la monstruosa dosis, una chica que acababa de conocer Dave esa misma noche en el bar del hotel esperaba recostada en la cama de la habitación.
Vino el tenso cruce de miradas entre el temeroso vocal de Depeche y el traficante, luego el pinchazo, el líquido corriendo y la aguja que quedó colgando de su brazo. Algo había salido mal, peor de lo imaginado a juicio del propio dealer, quien vio cómo Gahan se desvanecía poco a poco y perdía el conocimiento al interior de la tina sin agua. Había sido inyectada una dosis de muerte, ahí, junto a la regadera, el toallero y los mosaicos, lejos del ruido. Silencio digno de funeral.
El hombre sin nombre arrastró al músico hacia el cuarto, al tiempo que la chica, presa del pánico, tomó la bocina del teléfono para hacer la llamada de emergencia. Acto seguido, el traficante le quitó el auricular y colgó violentamente, temeroso de que el hecho le provocara un arresto. El forcejeo derivó en que el dealer se apresurara a recoger su arsenal de jeringas quitavidas y un poco de marihuana, y huyera de la escena del “crimen”. La chica, hasta entonces, pudo marcar el 911. Era la 1:15 de la madrugada.
Mientras llegaban los paramédicos, la mujer intentó revivir a Gahan a su modo, echando agua una y otra vez en el rostro de éste y envolviéndolo en toallas empapadas. Las manos del artista se tornaron azules, color que empezó a invadir sus flaquísimos brazos. Cada tatuaje anocheció.
Entre la vida y la muerte, lo poco que escuchó Dave en camino al hospital fue la voz de un paramédico: “Creo que lo hemos perdido”.
El enfermero no mintió. El frontman de Depeche Mode estaba destruido y fue declarado muerto durante dos minutos, sólo antes de que se diera el milagro, la enésima absolución llegara y la historia de la banda más “depravada” de los años 90 se reseteara de manera violenta.
Por increíble que parezca, los dos días que pasó Gahan en una celda, acompañado de otros siete convictos, fue el primer episodio del resto de la carrera de Depeche Mode.
El líquido regado en aquella tina de baño en el Sunset Marquis Hotel bien pudo ser el vino de consagración de ULTRA, el álbum de muerte que resucitó a la banda más peligrosa del mundo.
Y hoy, 17 años después, el cuarto de aquella vivencia luce tan limpio y tan arreglado que resulta difícil creer que ahí…
Excelente texto de Inphidelio