Amor descartable

 “But Not Tonight” es uno de los temas más especiales y de verdadero culto entre los seguidores de Depeche Mode. Paradójicamente, para la banda, es el equivalente a un hijo no reconocido.


Una brillante creación de Martin Gore de mediados de los 80 que jamás halló su lugar, su modo de expresarse plenamente… y su lugar. En las ediciones oficiales de Black Celebration es, a lo sumo, un bonus track, mientras que en otras versiones ni siquiera aparece y todo aquel recorrido culmina con “New Dress”.





En sí, es el lado B de “Stripped” y, a la vez, una de las composiciones que Depeche jamás ha tocado en vivo… y que miles de devotees siempre han anhelado, cada vez con menos esperanza, atestiguar en directo. La historia tantas veces narrada entre amos y súbditos. Unos ofrecen la mejilla y los otros no dan el beso. Pero el suspenso eterno hechiza y mantiene vivo esa clase de amor.

Mientras que la cara A fue mezclada durante nueve días y trabajada en innumerables sesiones en el proceso de creación del álbum, “But Not Tonight” se hizo en algo así como tres horas.

Lo más curioso es que los americanos pidieron a Daniel Miller, aquel famoso “papá” de los Mode, que fuera justo el lado B el que se lanzara como sencillo para el mercado en Estados Unidos.

“Los norteamericanos, con toda su sabiduría, decidieron lanzar ese tema”, recordaba Gore en 2006 con un dejo de ironía.

“Es un ejemplo perfecto del por qué pensábamos que no servía de nada ir a América. Nadie nos entendía y, si la gente de nuestra propia disquera nos sugiere que la cara B de ‘Stripped’ es mejor que ‘Stripped’, entonces está claro que no tienen ni idea. Pero a la vez, nosotros accedimos, lo cual ahora me parece una locura”, opinaba por su parte Alan Wilder.







Al tiempo, Depeche fue colocando arena sobre “But Not Tonight” y ésta casi desapareció por completo de sus recuerdos. Ellos no la mencionan, no la discuten, no la invocan, mucho menos la incluyen en los listados preliminares que anteceden a cada gira. Y es justo en esos días previos a los tours, como ahora mismo pasa con el nuevo disco, cuando irónicamente millones de fans lanzan también al cielo su setlist ideal. Y cientos de miles de ellos, entre los que me incluyo, colocan aquel track como un deseo para la interpretación en vivo.

El eterno amor de ídolos y devotos dentro del cual los segundos prefieren jugar a la inocencia y emular a esos americanos de 1986, quienes creyeron que el lado B merecía una oportunidad. Si en la radio ciertamente fue un fracaso y dio razón a la banda, en vivo las reacciones de un estadio podrían conjuntar una agradable y contrastante sorpresa para Gore y compañía